lunes, 8 de febrero de 2010

UN VOTO DE CASTIGO

Estamos a días de las elecciones y a diferencia de otras, éstas ¡créanme, van a ser diferentes!

Se están calentando las cosas y no lo digo por los políticos, sino por la sociedad civil que harta de ésta escoria, se está organizando al margen de ellos.

El tema central en las discusiones ya no es por quién se va a votar, sino la conveniencia de ejercer ese derecho, pero con conciencia y reflexión. Ya no es convincente el argumento de votar por el menos malo y así “ayudar a que se consolide la democracia”. ¡No! Ya no queremos legitimar un sistema que nunca nos ha escuchado. ¡Ojo! hablo de escuchar, esa acción de vital importancia para el verdadero ejercicio democrático y a la que poca importancia se le da.

Los políticos están nerviosos, pero siguen peleándose, descalificándose y lo peor sin propuestas ni compromisos. Yo no creo que ahora sí vayan a cambiar, puesto que como no existen castigos por incumplimiento o deshonestidad, seguirán atreviéndose a prometer hasta los aretes que le faltan a la luna.

El sistema está desgastado y se fisura cada vez más; es el momento en que la sociedad civil organizada, puede demostrar su repudio yendo a las urnas anulando el voto, pugnando por propuestas como las candidaturas independientes y el plebiscito, que realmente son principios básicos del verdadero ejercicio democrático.

El padrón electoral está compuesto por 77. 815. 606 millones de personas y que el 51.78% son mujeres (¡más de la mitad!), y que su representación en puestos de decisión no corresponde ni cercanamente a esa proporción. Creo yo, que llegó el tiempo de hacer valer ese peso, si ustedes mujeres creen en su capacidad creadora, empiecen por manifestar su fuerza y unión acudiendo a las urnas para cruzar las boletas con algo tan distintivo como su símbolo, que denotará esa unión y fuerza que tienen.



Cacho

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