Escribí anteriormente acerca de la situación que padece nuestro país y que nos tiene al borde del desahucio; éste, debido al latrocinio sistemático y perene de los políticos, la falta de apoyo a las PYMES y su paulatina aniquilación (representaban el 80% del PIB), Los míseros presupuestos asignados a educación e investigación, la manutención de una burocracia obesa y carente de productividad, las componendas entre lideres de partidos políticos, las vergonzosas canonjías otorgadas a líderes sindicales charros, el encubrimiento y colusión de y con secuestradores y narcos, el entramado de los servicios del gobierno para dificultar cualquier trámite y provocar la consabida “mordida” y por último y más importante: el doble lenguaje retórico y falaz que define perfectamente al hamponlítico (pleonasmo o híbrido entre hampón y político), y que viene a confirmar la regla de que una cosa es lo que piensan, otra la que dicen y otra la que hacen.
Sí, los hamponlíticos hicieron de nuestra nación su letrina y ésta ya se colapsó de tanta mierda que vertieron sobre ella al negar su ineptitud, al solaparse unos a otros, al ocupar la mentira como forma de gobierno (como en su momento lo denunció Miguel de la Madrid en su entrevista con Aristegui), o como ahora nos enteramos a través de documentos desclasificados del gobierno de los Estados Unidos que mencionan el dinero que le dieron a Luis Echeverría Álvarez por apoyarlos contra el régimen de Fidel Castro, o de la asesoría que dieron los militares “gabachos” al ejercito mexicano para combatir al EZLN a través de paramilitares (recordemos Acteal), en los sexenios de Salinas y Zedillo. Lo más insultante de estos hechos, es que con la mayor desfachatez lo niegan.
Es sabido y lo he mencionado con anterioridad que “cuando el gobierno se prostituye, el pueblo se corrompe”; que en nuestra “democracia”, la realidad es que el pueblo sigue siendo vasallo de sus representantes.
Dice el refrán que no hay mal que dure cien años ni pendejos que los aguanten, y nuestra historia así lo marca. Parece ser que la única forma de saciar el apetito voraz de esta clase dirigente es alimentándolos con la violencia que engendraron.
Cacho.
lunes, 8 de febrero de 2010
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