lunes, 8 de febrero de 2010
ALGO ESTÁ CHUECO
En el siglo XIX, fray Servando escribió que “somos un pueblo queriendovivir de empleos” y el doctor Mora dijo que lo que nos caracterizaba erala “empleomanía” —que la gente prefiriera una chamba en el gobierno quecualquier otro trabajo. Hoy día las cosas no han cambiado y ese sigue siendo el patrón. Ennuestro país sigue siendo realidad que el gobierno o un sindicatocorporativo son los empleadores más convenientes. Porque tener unachamba con ellos significa saberse seguro de que se va a cobrar laquincena y el aguinaldo y hasta heredar o vender el puesto. La diferencia entre el XIX y hoy es que el gobierno ya no es el lugar delos sueños sólo para los pobres, sino también para los ilustrados. Hoydía ser magistrado, consejero, representante o autoridad es la únicagarantía de sueldos seguros y elevados (y en constante aumento aun entiempos difíciles), además de tener prebendas. ¡No en balde todosquieren estar allí! Hemos visto que se aguanta cualquier humillación con tal de serconsejero electoral o de transparencia y acabamos de ver la rebatingapor diputaciones por igual entre jóvenes sin experiencia que entrevejestorios dinosaurios que hicieron lo indecible por resultar electos.Cómo será la cosa que hasta un rico heredero quería una curul y un exministro de la Suprema Corte que ya se jubiló con enormes beneficios aunquiere más y va a ser diputado. Pero la verdad es que no extraña. Porque como son las cosas en México,fuera del gobierno o sin la protección de un sindicato corporativo no sepuede vivir. Ser un ciudadano normal que trabaja o que tiene un negociosignifica tener problemas, vivir perseguido y amenazado por lasautoridades. Si pones una escuela o una tamalería, te la clausuran concualquier pretexto; si abres una fábrica, te revientan entre losWal-Mart que no te pagan y los inspectores del gobierno y delegadossindicales que te extorsionan, en el banco eres siempre sospechoso dehaber obtenido tu dinero por la mala, y para pagar tus impuestos hay quedar vueltas y más vueltas a oficinas a hacer trámites porque cada díainventan que una clave nueva o que un procedimiento distinto. Acabo de enterarme de un ciudadano al que la Secretaría de Haciendaacusa porque su declaración de impuestos “no coincide con lo que elpatrón dijo que le pagó”. Entre que se define dónde estuvo el error,quien tiene que hacer los trámites infinitos es él, en medio siempre deamenazas y multas. Algo está chueco en un país en el que se atosiga de esta manera a losciudadanos, precisamente a los que trabajan, cumplen con susobligaciones, pagan sus impuestos y quieren estar en orden con la ley.Algo está chueco en un país en el que conviene más una chamba en elgobierno que abrir un negocio o estudiar una carrera. Algo está chuecoen un país en el que le va mejor a un político que a cualquierciudadano. Algo está chueco en un país en el que no hay espacio para lagente decente y en cambio los pillos se la pasan de lo más bien. ¿Acaso Elba Esther Gordillo tiene que formarse en la Tesorería? ¿O aldiputado le revisan si es cierto que lo que pagó de impuestoscorresponde a su sueldo? ¿O le piden cuentas de dónde sacó su dinero algran empresario y al líder sindical? ¿Acaso alguien revisa si la empresaBimbo le pone harina integral al pan que anuncia como tal pero a lapanadería de la esquina la multan? ¿Alguna vez han clausurado unatransnacional como hacen cada tercer día con los comercios pequeños?¿Acaso alguien pone un alto a los magistrados en lo que gastan y seadjudican? Para nada. Esas cosas sólo se hacen a los ciudadanos. Porque en este país a nadiele interesan, no hay lugar para ellos, no hay lugar para nosotros. Por eso somos y estamos condenadados a seguir siendo “uno de losorganismos sociales más débiles, más inermes, dentro de los que viven enla órbita de la civilización”. Esto no lo digo yo (aunque estoy deacuerdo), lo dijo Justo Sierra hace un siglo. sarasef@prodigy.net.mx Escritora e investigadora en la UNAM
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